PRIMERA LECTURA
Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios manifestado
en Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
8,31b-39
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más
aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién
podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la
persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice
la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de
matanza.»
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado.
Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni
presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna
podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor
nuestro.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 108, 21-22.
26-27. 30-31
R. Sálvame, Señor, por tu bondad.
Tú, Señor, trátame bien,
por tu nombre, líbrame con la ternura de tu bondad; que yo soy un pobre
desvalido, y llevo dentro el corazón traspasado. R.
Socórreme, Señor, Dios
mío, sálvame por tu bondad. Reconozcan que aquí está tu mano, que eres tú,
Señor, quien lo ha hecho. R.
Yo daré gracias al Señor con voz potente, lo
alabaré en medio de la multitud: porque se puso a la derecha del pobre, para
salvar su vida de los jueces. R.
EVANGELIO
No cabe que un profeta
muera fuera de Jerusalén
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,
31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: -«Márchate de
aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él contestó:
-«ld a decirle a ese
zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a
mi término."
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que
un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas y apedreas a los que se te envían!
¡Cuántas veces he querido reunir
a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis
querido.
Vuestra casa se os quedará vacía.
Os digo que no me volveréis a
ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."
»
Palabra del Señor.
Leer Mas
0 comentarios:
Publicar un comentario